viernes, 15 de abril de 2011

TRATADO DE ANTROPOLOGÍA TUKKI


ABSTRACT


Desde hace algunos años atrás hasta la fecha presente se ha palpado entre los venezolanos el surgimiento de una nueva especie de ser humano. Con características definidas, esta especie, denominada “Tukki”, se encuentra multiplicándose alarmantemente entre los lugares públicos más diversos del país, incluso mucho más allá de su hábitat natural. Como es necesario restringir su maléfica influencia en el resto de la población, me he visto en la tarea de investigar a profundidad cuál ha sido el origen de semejante especie, y por lo tanto, descubrir cómo sería factible disminuir su tasa de natalidad y cómo alejarlos, también, de las zonas habitables del resto de la población.

ETIMOLOGÍA

Etimológicamente hablando, el nombre “tukki” ha sido de difícil acceso en cuanto a discernir sus raíces lingüísticas. No obstante, numerosos expertos parecen converger a la teoría de que la palabra “tukki” es una onomatopeya del ritmo básico de las canciones que dicha especie se caracteriza por bailar. Por ejemplo, en un acercamiento (peligroso) a una de las fiestas tukki, un investigador de la Real Academia de Ciencias Naturales, el Prof. John Mckensy [1], pudo constatar que la melodía básica de las canciones estaba realizada en base a sintetizadores, emanaba de una miniteca, y era algo como:

♪Tuqui tuqui tuu qui tuqui tuqui tuu...♫

De esta forma, los otros homo sapiens catalogaron a esta especie como tukkis, de tal manera que el nombre se les ha asignado y no proviene de una autodenominación de la tribu. Es por ello que es muy frecuente que un tukki no sepa que pertenece a dicha categoría, y ya se han visto muchos casos riesgosos en donde se molestan si se les llama así.

GÉNESIS DE LA MUTACIÓN

Trabajos arqueológicos y antropológicos recientes, apoyados en historiadores fiables de la época [2], demuestran que los orígenes tukki se remontan a la Venezuela de 1960. En aquel entonces, en un país con mayoritario analfabetismo, una brusca democratización fue la causante principal de que personas de anodina preparación cultural fueran aptas para tomar decisiones de envergadura nacional y que, aún más, ostentaran puestos de poder. A partir de ese momento comenzó la debacle estética e intelectual de los venezolanos en general, que, sumada a una posterior y pobre política inmigratoria, degeneró aún más en el detrimento del pozo genético criollo.

Incrementándose la popularización y vulgarización del poder estatal, y estando éste principalmente dispuesto en la zona capital de Venezuela, avalanchas de ciudadanos acostumbrados a modelos de vida esencialmente rurales comenzaron a habitar el valle y todas las zonas aledañas de Caracas, así como también de toda la región centro norte del país. Al mismo tiempo, al caer la dictadura, al comenzar una etapa democrática, y debido a los problemas socioeconómicos de los países vecinos, inmigrantes de bajo perfil y de condición gregaria, sobretodo latinoamericanos, se refugiaron en Venezuela, estableciéndose principalmente, y de igual forma, en la mencionada región centro norte.

Con estas condiciones dadas, en apenas una generación, es decir, en los albores de 1980, ya se contaba con incipientes vestigios tukki en la población venezolana, sobretodo en los cerros periféricos a la ciudad capital. Comenzaban a notarse de manera integral y sistemática, en varios individuos, una increíble incapacidad de discernir conceptos estéticos, carencia reflejada desde la paupérrima combinación indumentaria hasta un terrible y mal enfocado, además, esnobismo. En efecto, las vestimentas de algunos especímenes eran independientes de cualquier carácter funcional basado en el clima, de cualquier criterio cromático y de cualquier pretensión de expresión propia. Más bien, según algunos sociólogos de la Escuela de Chicago [3], la única referencia en la cual se enmarcaba la vestimenta era la de mimetizarse toscamente con las tendencias de moda de la clase media-alta venezolana, combinándolas espantosamente con la cultura de guetos norteamericana. Finalmente, se conseguía un amasijo de origen irreconocible cuando ambos criterios se fundían con el folclor nacional.

Un ejemplo clásico de esta etapa del mesolítico tukki, eran las personas que usaban un tímido y púber bozo a modo de bigote, un peinado a lo “Pedro el Escamoso[4], una camisa y un pantalón escogidos aleatoriamente, y eso sí, varios accesorios que representaran poder monetario sobre todas las cosas: collares, pulseras y cadenas de oro, lentes oscuros “de marca”, entre otros.

Bezerra Da Silva, proto-tukki de los años '60 y '70.

En la década de los 90, los medios de comunicación fueron el puente por excelencia entre la cultura afroamericana, popular y juvenil de los Estados Unidos y los especímenes proto-tukki venezolanos. Ante el breakdance, el rap, el hip-hop, el basketball (en especial Michael Jordan, Denis Rodman y los Chicago Bull), el caminar con “flow”, las prendas holgadas, las gorras, y demás accesorios; ante todo eso, Venezuela vio con terror el surgimiento de esa criatura proto-tukki denominada como “Jordan”.

Los jordan eran una especie inconfundible por sus zapatos estrambóticos deportivos (ideales para jugar basket), por su jerga malandra, y por unos peinados de platabanda que son fáciles de rememorar cuando recordamos al Príncipe del Rap [5]:

Will Smith en "The Fresh Prince of Bel-Air" (Príncipe del Rap). Nótese el peinado de platabanda, el mismo estilo utilizado por los jordan venezolanos.

Según la American Scientist and Evolutionary Jerks Asociation, la especie Jordan ya utilizaba anglicismos en su dialecto, así como también parónimos en sus nombres propios, como Yeison, Maikel, Berkly, Deimon, Yon, Yeferson y afines [6]. Esto resulta bien curioso, en vista de que al mismo tiempo de presentar tales características, comienza en estas criaturas, paradójicamente, un recelo insospechado hacia el idioma inglés. Se presume que esto obedeció a una asociación entre el inglés y los sifrinos, es decir, las personas de clase media-alta de gustos costosos y exquisitos. Estos eran, es bien sabido, sus enemigos naturales.

El esnobismo en esta etapa neolítica tukki fue mucho más acentuado. Para ser un jordan, era menester usar prendas de marcas costosas, así fuera necesario robarlas. Los zapatos, gorras y ropa Nike, los lentes Oakley (sobretodo los de montura blanca y cristal multicolor), los celulares Star Tac, en ocasiones la ropa Tommy Hilfiger y Quicksilver, todo esto, era parte el acervo indumentario para convertirse en un jordan. La vestimenta debía estar acompañada, como ya se ha inferido anteriormente, por la actitud jordan, es decir, la misma clase de personalidad “sabrosona”, de caminata rap, mal hablada, que no tenía pudor, por ejemplo, en preparar una paila de arroz con pollo en la casa y llevársela al cine, para poder ver la película sin gastar dinero en comida…[7]

En un extraordinario documental de la BBC de Londres, realizado en Caracas en el año 1997 [8], se puede apreciar en todo su esplendor el comportamiento de los jordan en su hábitat. Nótese con cuidado el recelo que tienen de los rockeros, así como también la forma en la que interactúan entre ellos y con otros seres humanos:



Los jordan también solían vivir en las barriadas, que eran cada vez más y más decadentes, de difícil acceso a la población en general, asimismo como en edificios aledaños Esto contribuyó a un aislamiento que decantó inevitablemente en la mutación del banco genético y en la especialización de la especie. Así, eficientemente adaptado para subir largas escalinatas, montar motos baratas y maniobrar entre automóviles, robar a plena luz del día, matar sin motivo alguno, ser un maestro del mal gusto y un excelente bailarín de salsa erótica, aparece, el tukki.

TAXONOMÍA

El famoso biólogo Richard Dawkins, en colaboración con su equipo de la Universidad de Oxford, pudieron desentrañar filogenéticamente el origen de esta nueva especie de homínido [9]. Hay que recordar que la evolución no necesariamente significa una mejoría de las características pasadas, sino que más bien corresponde a una mejor adaptación ante los cambios del ambiente circundante. Que el tukki haya evolucionado del homo sapiens no significa, pues, que sea mejor o más inteligente que éste, sino que está mejor adaptado al reggaetón, a la salsa erótica, a la danza tukki, a vivir en barriadas, a las camisetas blancas, al esmegma, a los embarazos precoces y a la capacidad de inventar nombres para sus crías de forma intransigente.

Taxonomía de los homínidos. PD: los nórdicos y los japoneses son razas superiores y por eso son otra vaina.

No es la pretensión de este artículo describir a detalle el fenotipo de los tukkis. La Universidad de Tel Aviv, en Israel, ha dispuesto gratuitamente material en Internet [10] en donde se explica exhaustivamente tal cuestión:

Investigación de los tukkis realizada en Tel Aviv

No obstante, es muy importante conocer las principales características fisiológicas de la especie, que se mantienen de individuo en individuo, independientemente de la tonalidad de la piel, hábitat, edad y género:

Anatomía descriptiva tukki.

RITUALES DE SOCIALIZACIÓN

Como el tukki ha perdido la capacidad inteligible de comunicación oral y escrita (producto de la disminución evidente del volumen craneal en el paso evolutivo), se ve obligado a interactuar entre los de su misma categoría y entre otros seres humanos a través de los sonidos y bailes. Esa es la razón de que, aparte de sus farfulleos, la música sea imprescindible para ellos, pues deben recurrir a ella para poder comunicarse; bien sea dedicando canciones inopias o moviéndose extrañamente en el baile para demostrar vanguardia, juventud, dominancia y potencial sexual.

Referente a la danza tukki, el origen de la misma tiene dos teorías. Según la Dra. Angélica Cappena Dorante, historiadora de dilatada experiencia de la Universidad del Cairo, los tukkis comenzaron a bailar como tal desde el surgimiento de tendencias musicales definidas. Explica, en base a esta primera teoría que:

“La danza tribal y epiléptica de los tukkis nació cuando nacieron también la Changa y el House. Después, con el Hardtrance, el Candytrance, y el Techno, se hicieron notar, apropiándose de los sonidos fabulosos de Dj’s como Candy Cox, Tiesto, Carl Cox y Paul Oakenfold. Eso hizo, por ejemplo, que a la gente como a mi nos dieran ganas de cagar cada vez que los veía puteando a mis ídolos.” [11]

Entrevista con la Dra. Angélica. No pudo contestar, sin embargo, su afición por Lady Gaga.

Por otro lado, mis investigaciones apuntan a otro camino. La segunda teoría, que es la que postulo, reza que debido al incremento del acceso al Internet en Venezuela, en la década de los 90 del siglo pasado, los tukkis pudieron emular el estilo Tecktonik que había nacido en Francia y que se hizo popular gracias a la canción “À cause des garçons” de Yelle:



Las evidencias que refuerzan esta teoría es que la vestimenta, el baile, y la esencia del estilo musical del video anterior fueron fácilmente observables desde hace varios años en las manadas tukkis durante sus danzas sociales:



Otras formas de interacción entre las castas tukki corresponden a las redes sociales, en especial a Metroflog. Se hace predominante el uso de fotos auto-decoradas con personajes de Looney Toones (como Piolín y Taz) así como la infaltable característica de colocar un proverbio que, dentro de los individuos de esa especie, denote gran sabiduría y respeto [12], como:

• Tu envidia me fortalece.
• Antes de criticarme, intenta superarme.
• 100% original, no creo en nadie.
• Pa’ las gatas besos, pa’ los diablos plomo.
• No me copio de nadie, puro style papá.
• Puro malandreo guerrilla seca desde el mediterráneo.
• Invierte en malicia y cosecha dinero.
• Otros afines.

¿CÓMO COMBATIRLOS?

Como ya se ha dicho en párrafos anteriores, los tukkis son completamente adversos al rock en todas sus variantes, a la profundidad estética, a la complejidad científica y al idioma inglés. Cualquier entorno en donde se valore la educación, el conocimiento y el buen gusto será un ambiente nocivo para esta especie.

Se recomienda, por tanto, rociar con toneladas de educación a las barriadas y zonas populares de todo el país [13], y utilizar la fuerza de las autoridades si fuese necesario. Y ciertamente lo será. Asimismo, se propone restringir toda fuente de alimento y/o energía tukki, como por ejemplo el reggaetón, las bachatas y vallenatos, la salsa erótica y las motos Jaguar y Empire.

REFERENCIAS:

[1] Mackensy, John. Real Academia de Ciencias Naturales. “Acerca de los monos esos y su ruido del infierno.”
[2] Meloin Venté, Yo. “Historia de la degeneración cultural venezolana según Corvo”.
[3] Escuela de Chicago de Sociología. “¿Cómo parecer cartelúo como los negros gringos?”
[4] “Pedro el Escamoso”. Culebrón colombiano vespertino.
[5] “Fresh Prince”. Serie dominical matutina de Venevisión.
[6] American Scientist and Evolutionary Jerks Asociation. “Estudio crítico relativo a la destrucción y mal gusto de los nombres propios.”
[7] Una vez lo llegué a ver en el cine.
[8] BBC London. “Reporteros ingleses viendo Radio Rochela en la noche mientras descansaban”.
[9] Dawkins, Richard. “Nueva taxonomía de los homínidos, incluyendo tukkis y razas superiores”. Universidad de Oxford.
[10] Universidad de Tel Aviv. Frikipedia. “Los tukkis”.
[11] Cappena Dorante, Angélica. “Explicación de cómo los tukkis dañan mi música mientras chateo con Corvo”.
[12] www.ohdios.com. #Proverbiotuki
[13] Mi vecino tukki es un parásito social.




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martes, 12 de abril de 2011

VENEZOLANOS: LOS MAESTROS DEL DADÁ


E
stoy sorprendido ante algo que no puede ser casualidad.

Como reacción natural a la perspectiva positivista radical que pululaba en la Europa de hace varios años, más o menos en esa brecha temporal que académicamente divide a los siglos XIX y XX, el movimiento dadaísta nació en Suiza, oponiéndose altivamente en contra de la retícula de la razón y de las pretensiones artísticas de los adinerados.

Se caracterizaba por ser una rebeldía radical en contra de todo lo establecido y planificado en las artes. De hecho, los primeros dadaístas eran tan puristas que convertían sus ideas en un modus vivendi, sublimándose ellos mismos con el caos y azar de la naturaleza, con los impulsos, con lo inconciente, con todo lo concerniente a la expresión espontánea y sin finalidad. Ser dadaísta era ser irracional, libre, sensible y opuesto a toda intención de control.

Este movimiento reaccionario fue el origen de lo que ahora conocemos como surrealismo, y en todas las variantes de surrealismo existe la esencia del dadá. Estas ideas europeas luego fueron importadas a los Estados Unidos, y ahí también florecieron durante todo el siglo XX. ¿Pero qué ocurre con Latinoamérica?

Pues, permítaseme postular una teoría con la cual intento demostrar que los latinoamericanos, y muy especialmente los venezolanos, somos dadaístas por naturaleza, y que Venezuela no es más que una gigantesca propuesta artística incomprendida. Los venezolanos son en realidad, así lo aseguro, los artistas más grandes que la humanidad haya conocido.

Hay una diferencia muy grande, en cuanto a esencia genuina de las cosas se refiere, a ser naturalmente algo y a ser reaccionariamente algo. Por ejemplo, uno muy bien pudiera ser una persona religiosa como consecuencia de una expresión propia o de una tendencia natural a las creencias de cuestiones místicas. Por otro lado, también se pudiera ser una persona religiosa pero como reacción violenta, como negación, ante la cruda realidad del mundo. En el primer caso, la religiosidad emana de lo interno hacia fuera, y en el segundo, lo contrario.

Análogamente, hay dos tipos de dadaístas: los que nacen y los construidos. Los dadaístas europeos se convirtieron en tales como reacción al positivismo. Como en el caso del religioso que reacciona en contra de la frialdad del mundo, el dadaísta de los albores del siglo XX establece una afrenta artística en contra del exacerbamiento racional: esto es un dadaísta construido. Pero más poderoso, por cuanto más natural es, es el dadaísta nato. Este último no necesita de referencias externas, sino que sigue su propio instinto. Ni siquiera sabe que es un dadaísta: simplemente hace lo que quiere. Los venezolanos estamos todos en esta categoría de dadaísmo.

El caldo de cultivo filogenético para ser un dadaísta nato se consigue al mezclar en un único territorio a indios, negros y blancos españoles, preferiblemente incultos, esclavos y pillos aventureros, describiendo de forma respectiva. Por supuesto, en dado caso de que no sea evidente, lo que se persigue con esa mezcla genética y sociocultural es que no haya un sentido de identidad social definido, en el que sean solo algunos pocos románticos los que se atrevan a hablar de un “nosotros” como venezolanos. Y más que mezcla, lo que se busca es síntesis y sincretismo. Esto es muy importante, porque de otra forma no se podría obtener a futuro, por ejemplo, ese excelente acto surrealista que es el culto a la Corte Malandra de María Lionza.

El territorio de cultivo para los futuros artistas tampoco ha de ser desdeñado. En contraste con una inclemente tundra, o con la disciplina natural que imponen cuatro estaciones al año en la conducta humana de generaciones, o con la escasez de recursos de un campo de dunas, lo mejor será colocar a nuestras variopintas castas en un clima tropical y benévolo. Sí, en esa clase de tierras en donde hasta un escupitajo al suelo es suficiente para que brote un árbol de frutas. Con el tiempo, nuestros proto-artistas, entremezclándose y a la vez rechazándose unos con otros, no crecerán con la dificultad que entrañan los climas rígidos o las tierras poco fecundas. Todo lo contrario. Lo más sensato será el reposar, dejar que el ganado se multiplique por sí solo y que el viento se encargue de los sembradíos. Y si el territorio tiene petróleo y minerales para explotar, mejor.

Muy bien, dada estas condiciones, en no muchas generaciones tendremos al dadaísta puro, de cepa, refinado en las más sublimes aptitudes del no refinamiento; programado por naturaleza misma a ser tan libre como el más tozudo de los caballos briosos. Horizonte corto, risa fácil, análisis tímido, cadencia pegajosa, inquietudes nimias, disciplina inexistente, carisma notorio, creativo maestro de los subterfugios y del aprovechamiento propio sin conciencia. Así es como debe ser.

¿Y qué es lo que ocurre cuando casi 30 millones de personas son dadaístas natos? Pues, que por flujo natural de los eventos, sin que nadie lo haya planificado así, el territorio venezolano en donde viven resulta ser una obra dadá respirante, mutable, que vive y se retroalimenta. Sí, así es: Venezuela es la obra maestra del dadaísmo, es la exponente suprema del surrealismo y por si fuera poco, de la expresión kitsch y naïve.

En ninguna otra obra de arte de la que se sepa en toda la historia y prehistoria del humano, en ninguna, se ha llegado a tal grado de magisterio en la expresión de una propuesta artística. Desafiando toda categorización tradicional basada en pintura, escultura, literatura…, en fin, desafiando a todo medio de expresión artística, el país mismo es la obra. Venezuela es una obra de arte kitsch, naïve y surrealista.Sus academias educan para realidades lejanas de países desarrollados, sus egresados salen con conocimientos inútiles para la praxis inmediata; los policías son más temidos que los maleantes, los maleantes son objeto de culto religioso, en combinación con próceres patrios, vírgenes católicas e indias desnudas que cabalgan dantas. Los motorizados son anárquicos enjambres de abejas de las calles de la ciudad, se invierten 4 horas como mínimo en el tráfico diario, en edificios se hace fila para esperar un ascensor que tarda más de 20 minutos en subir y bajar, si es que hay ascensor.

Los transportes públicos son los regentes móviles de música estruendosa y kitsch, mientras que pedigüeños variados (incluso los hay de los que amenazan a los pasajeros diciendo ser ex-penitenciarios) solicitan cualquier cantidad de dinero a cambio de sus anodinos servicios. También simplemente pueden robar. El transporte subterráneo generalmente colapsado por el hacinamiento, sin que eso justifique trato especial ni mantenimiento de sus sistemas, los doctores ganan menos que los quiosqueros, los panaderos ganan más que los ingenieros, los ayudantes docentes ganan más que los profesores, unos zapatos valen más que una vida. Morirse es un lujo extremadamente costoso y engorroso, económica y burocráticamente hablando. Morirse es lo más fácil que puede suceder un fin de semana.

Se desdeña a los que saben, se desprecia a los de abajo, se resiente de los de arriba. Diputados apenas post púberes, cónsules camioneros, presidentes militares, socialismos en el siglo XXI, marxismos bolivarianos, cristianismos marxistas, socialistas millonarios, golpistas satanizando golpes de estado. Legislaciones fundadas en la artificialidad y en idealismos innaturales y anacrónicos, presidentes del congreso ebrios, Sábado Sensacional, entes burocráticos que jamás dan respuestas, pueblo acostumbrado a ser maltratado a todo nivel. País de recursos que importa casi todos sus insumos, escalinatas infinitas para llegar a un habitáculo desnudo y sin friso, presos que gobiernan las cárceles al punto de salir y entrar a ellas a placer, catolicismo hipócrita, oscurantismo religioso a granel, ocho horas mínimas de trabajo, canasta alimentaria superior al mínimo sueldo legislado, Joselo, adolescentes con bigotes decolorados y maestros del mal gusto.

Los discursos políticos son convocatorias de argumentos ad hominem, y la gente aplaude no por contenido, sino por la forma o por la palabrería naïve con mejor acabado. Hay orgullo por los que son altos jerarcas sin haber estudiado nunca, hay admiración por el que tiene dinero con el menor esfuerzo. Una vivienda se podría cancelar en un par de siglos a base de un sueldo común, los automóviles antiguos valen más que los nuevos, Jesucristo posa en murales con una ametralladora en la mano, personajes de Looney Tunes decoran postales y en retratos que se autoafirman originales, además de que en ocasiones advierten acerca de las desventajas de la envidia. Todo lo propio es constantemente vigilado, y si se puede, enrejado o susceptible de cerrojos.

Se podría continuar, enumerando cada manifestación artística, cada rebeldía dadá, cada muro levantado en contra de la razón rigidizadora y fría, pero sería fútil. Ya el punto parece estar demostrado, y solo lo hago esquemáticamente formal a través de la siguiente interrogante: ¿Es que todo esto acaso es obra de la casualidad? ¿No es sensato pensar que existe una multitudinaria conspiración, enmarcada en una gigantesca propuesta de arte, detrás de todo esto?

¿De qué otra forma, pues, podría explicarse que una sociedad entera juegue al Cadáver Exquisito en todas sus estructuras? Venezuela funge como una gigantesca academia de parkour, como un Gato Andaluz que late por sí mismo. Su gente hace un Pollock cuando realiza las diligencias del día a día, la práctica laboral evoca a Magritte. El trato entre cada ciudadano es cuasi caricaturesco, tanto, que los caricaturistas no deben imaginar mucho para plasmar sus ideas. Se podría pensar incluso que nada de lo dicho es arte, pero precisamente eso es lo que le han despotricado a surrealistas afamados como Damian Hirst…

Sí, ésta es mi teoría. Hemos sido unos incomprendidos, unos David Firth convertidos en ciudadanos; cada uno con su comportamiento sublimado al arte, y todos haciendo, rehaciendo y retroalimentando a la pieza artística más sublime jamás concebida en el mundo dadaísta. Cualquiera que intente participar en ella tendrá que deshacerse de las razones, de las planificaciones y de lo escrito. Negarse a ello y convivir entre tantos artistas podría repercutir en altos sacrificios: lo mejor será dejarse llevar, entender este concepto y dejar de refunfuñar. Por lo menos así me lo he inventado, para encontrar simpatía en vivir aquí.




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